El testimonio es una palabra que significa dar una declaración que afirma o asegura una
cosa. También representa una prueba, justificación y comprobación de la certeza
o existencia de una cosa.
El testimonio
cristiano como valor es más que una afirmación o declaración, es el ejemplo de
vida que damos a los demás a partir de nuestros principios y valores
cristianos. Es la evidencia real del cambio que Jesucristo ha realizado en
nuestras vidas.
El cristiano está llamado a
dar testimonio de su fe verdadera en Jesucristo a través del ejemplo de vida,
ya sea por medio de palabras, actos o gestos. Y esto no para vanagloria propia
sino para que vean y crean en el Señor Jesucristo. Pero, como suele suceder en
toda práctica de un valor, no siempre todos son consecuentes con los mismos.
Hay los que hablan y pregonan la vigencia de algún valor y luego con sus actos
contradicen todo lo afirmado. En estos casos solemos decir: mal testimonio de
vida. Un ejemplo lo tenemos en Mateo 23:1-12, cuando
Jesús previene a sus discípulos contra los escribas y fariseos, que se habían
sentado en la cátedra de Moisés y enseñaban al pueblo las Escrituras, pero sus
vidas estaban muy lejos de lo que enseñaban: “Haced y
cumplid todo cuanto os digan; pero no hagáis según sus obras, pues dicen, pero
no hacen”. Por otro lado, están aquellos que están dispuestos a dar su vida
por sus ideales y su fe en Cristo. De los cuales tenemos muchos ejemplos. Un
ejemplo es la vida de Esteban (Hechos 7). El primer
mártir de la Iglesia.
El testimonio de vida tiene
dos aspectos: el testimonio personal y el testimonio colectivo. En el primer
caso hemos destacado el testimonio personal de los creyentes. Pero también hay
muchos ejemplos de testimonio colectivo. Un ejemplo a tener en consideración es
el testimonio de vida de los primeros cristianos (Hechos 2:43-47; 4:32-37). En
ambos casos los testimonios tienen como propósito dar a conocer el nuevo cambio
de vida, la plenitud de vida en Cristo. El cambio de una vida mediocre a una
vida de calidad.
Hoy el mundo necesita de los
ejemplos de vida, tanto personales como colectivos, que conlleven a un cambio
radical y cuyos resultados sean una vida feliz y agradable. Necesitan este
testimonio los padres de familia, los hijos, los gobernantes, los maestros, los
cristianos y toda persona que anhela un mundo mejor.
Jesús mismo es un ejemplo o
testimonio de vida. Vino al mundo a redimir a todo aquel que estaba perdido y
otorgarle una vida abundante a través de la fe en Él. (Juan 3:16-17) Dio su
vida como sacrificio vivo. Todo su ministerio es ejemplo de santidad y
obediencia a su Padre celestial.
En la medida que
estemos preparados para dar ese testimonio verdadero, estaremos listos para
vivir nuestra vida cristiana con heroísmo, demostrando lo que Cristo puede
hacer con nuestras vidas. Como cristianos nuestra conducta debe ser ejemplar,
debemos estar siempre contentos, ser amables, afables y cordiales, de palabra
clara y persuasiva que dirige y forma sin herir, no violentos.
No debemos olvidar
nunca que somos hombres y mujeres que tratamos con otros hombres y mujeres, aun
cuando queramos hacer bien a otros. No somos ángeles. Y, por tanto, nuestro
aspecto, nuestra sonrisa, nuestros modales, son elementos que condicionan la
eficacia de nuestro testimonio.
Por último, vivir
la fe y proclamar sus enseñanzas es lo que nos pide Jesús. A través de la
propia vida, buscando las ocasiones para hablar, no desaprovechando ni una sola
oportunidad que se nos presente, dar un verdadero testimonio como hijos de Dios.
Nuestra tarea consiste, en buena parte, en hacer alegre y amable el camino que
lleva a Cristo. Si actuamos así, muchos se animarán a seguirlo, y a llevar la
alegría y la paz del Señor a otros hombres. ¡Así el mundo sería un mejor lugar
para habitar!
me gusta pero no es exactamente lo que buscaba
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