jueves, 26 de marzo de 2020

TESTIMONIO DE VIDA





El testimonio es una palabra que significa dar una declaración que afirma o asegura una cosa. También representa una prueba, justificación y comprobación de la certeza o existencia de una cosa.
El testimonio cristiano como valor es más que una afirmación o declaración, es el ejemplo de vida que damos a los demás a partir de nuestros principios y valores cristianos. Es la evidencia real del cambio que Jesucristo ha realizado en nuestras vidas.
El cristiano está llamado a dar testimonio de su fe verdadera en Jesucristo a través del ejemplo de vida, ya sea por medio de palabras, actos o gestos. Y esto no para vanagloria propia sino para que vean y crean en el Señor Jesucristo. Pero, como suele suceder en toda práctica de un valor, no siempre todos son consecuentes con los mismos. Hay los que hablan y pregonan la vigencia de algún valor y luego con sus actos contradicen todo lo afirmado. En estos casos solemos decir: mal testimonio de vida. Un ejemplo lo tenemos en Mateo 23:1-12, cuando Jesús previene a sus discípulos contra los escribas y fariseos, que se habían sentado en la cátedra de Moisés y enseñaban al pueblo las Escrituras, pero sus vidas estaban muy lejos de lo que enseñaban: “Haced y cumplid todo cuanto os digan; pero no hagáis según sus obras, pues dicen, pero no hacen”. Por otro lado, están aquellos que están dispuestos a dar su vida por sus ideales y su fe en Cristo. De los cuales tenemos muchos ejemplos. Un ejemplo es la vida de Esteban (Hechos 7). El primer mártir de la Iglesia.

El testimonio de vida tiene dos aspectos: el testimonio personal y el testimonio colectivo. En el primer caso hemos destacado el testimonio personal de los creyentes. Pero también hay muchos ejemplos de testimonio colectivo. Un ejemplo a tener en consideración es el testimonio de vida de los primeros cristianos (Hechos 2:43-47; 4:32-37). En ambos casos los testimonios tienen como propósito dar a conocer el nuevo cambio de vida, la plenitud de vida en Cristo. El cambio de una vida mediocre a una vida de calidad.

Hoy el mundo necesita de los ejemplos de vida, tanto personales como colectivos, que conlleven a un cambio radical y cuyos resultados sean una vida feliz y agradable. Necesitan este testimonio los padres de familia, los hijos, los gobernantes, los maestros, los cristianos y toda persona que anhela un mundo mejor.

Jesús mismo es un ejemplo o testimonio de vida. Vino al mundo a redimir a todo aquel que estaba perdido y otorgarle una vida abundante a través de la fe en Él. (Juan 3:16-17) Dio su vida como sacrificio vivo. Todo su ministerio es ejemplo de santidad y obediencia a su Padre celestial.
En la medida que estemos preparados para dar ese testimonio verdadero, estaremos listos para vivir nuestra vida cristiana con heroísmo, demostrando lo que Cristo puede hacer con nuestras vidas. Como cristianos nuestra conducta debe ser ejemplar, debemos estar siempre contentos, ser amables, afables y cordiales, de palabra clara y persuasiva que dirige y forma sin herir, no violentos.
No debemos olvidar nunca que somos hombres y mujeres que tratamos con otros hombres y mujeres, aun cuando queramos hacer bien a otros. No somos ángeles. Y, por tanto, nuestro aspecto, nuestra sonrisa, nuestros modales, son elementos que condicionan la eficacia de nuestro testimonio.
Por último, vivir la fe y proclamar sus enseñanzas es lo que nos pide Jesús. A través de la propia vida, buscando las ocasiones para hablar, no desaprovechando ni una sola oportunidad que se nos presente, dar un verdadero testimonio como hijos de Dios. Nuestra tarea consiste, en buena parte, en hacer alegre y amable el camino que lleva a Cristo. Si actuamos así, muchos se animarán a seguirlo, y a llevar la alegría y la paz del Señor a otros hombres. ¡Así el mundo sería un mejor lugar para habitar!

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